SÓCRATES: SU MUERTE
Sócrates, gran filósofo griego (470-399 a.C.), maestro de Platón, tanto de la filosofía occidental como de la universal.
Esta condena fue ejecutada por el reo de su propia mano. Su muerte se basó en tomar una copa de cicuta lo que le causo una muerte por envenenamiento. Como se puede observar en el fragmento final del diálogo platónico «Fedón»: «Ya comprendo –dijo Sócrates–; pero, al menos, estará permitido, como es en realidad un deber, hacer oraciones a los dioses a fin de que bendigan nuestro viaje y lo hagan feliz. Esto es lo que les pido. ¡Así sea! Después de haber dicho esto, se llevó la copa a los labios y la bebió sin el menor gesto de dificultad ni repugnancia, apurándola. Hasta entonces casi todos habíamos tenido fuerzas para retener las lágrimas, pero al verle beber y después de que hubo bebido, ni pudimos ya dominarnos».
La muerte por cicuta es abominable. En una primera fase, provoca la excitación del sistema nervioso central, surgen temblores, neuralgias, delirio, alucinaciones y hasta convulsiones. A continuación, se desarrolla una parálisis progresiva que alcanza los músculos respiratorios hasta producir asfixia en pocas horas, sin que el nivel de conciencia se deteriore lo más mínimo. Por increíble que parezca, el final es dulce y sereno.
MUERTE DE SÓCRATES
Fue condenado a muerte por un tribunal, acusado de corromper a la juventud, pese a que su más grave delito fue oponer resistencia a la tiranía de Critias sobre Atenas.Esta condena fue ejecutada por el reo de su propia mano. Su muerte se basó en tomar una copa de cicuta lo que le causo una muerte por envenenamiento. Como se puede observar en el fragmento final del diálogo platónico «Fedón»: «Ya comprendo –dijo Sócrates–; pero, al menos, estará permitido, como es en realidad un deber, hacer oraciones a los dioses a fin de que bendigan nuestro viaje y lo hagan feliz. Esto es lo que les pido. ¡Así sea! Después de haber dicho esto, se llevó la copa a los labios y la bebió sin el menor gesto de dificultad ni repugnancia, apurándola. Hasta entonces casi todos habíamos tenido fuerzas para retener las lágrimas, pero al verle beber y después de que hubo bebido, ni pudimos ya dominarnos».
La muerte por cicuta es abominable. En una primera fase, provoca la excitación del sistema nervioso central, surgen temblores, neuralgias, delirio, alucinaciones y hasta convulsiones. A continuación, se desarrolla una parálisis progresiva que alcanza los músculos respiratorios hasta producir asfixia en pocas horas, sin que el nivel de conciencia se deteriore lo más mínimo. Por increíble que parezca, el final es dulce y sereno.
Pero dado a su muerte surgieron ciertas incertidumbres dado que en la descripción legada por Platón a la posteridad no se especifican los violentos síntomas del envenenamiento por la cicuta. Además, al referirse a ella, el filósofo emplea el término «farmakon», que en griego significa lo mismo veneno que remedio. Es por tanto que se piensa que se le ofreció una mezcla entre cicuta y opio.
En el momento de su muerte estuvo acompañado por sus amigos y discípulos, con dos señaladas ausencias, Platón, enfermo y Jenofonte, que viajaba por Asia Menor, su vida se apagó como una vela tras ingerir el mortal veneno con una pasmosa serenidad mientras disertaba sobre la inmortalidad del alma.
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